”Si tocas un instrumento o haces movimiento, aprendes más y mejor”

”Si tocas un instrumento o haces movimiento, aprendes más y mejor”

La doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación Anna Forés explicó ayer en Ibiza las claves de la neuroeducación, dentro de las jornadas ‘Parlam de…’ que organiza la Associació Professional de Docents d’Ibiza.

Nieves García Gálvez Ibiza 27.11.2018 | 23:09

Anna Forés, ayer en la sede de la UIB en Ibiza, durante la conferencia.

Anna Forés participó ayer en las jornadas ‘Parlam de…’ que organiza la Associació Professional de Docents d’Ibiza. En su conferencia, que versó sobre neuroeducación, Forés abordó los principios que hay detrás de esta disciplina que trata de aplicar a la educación «todo lo que se sabe sobre el funcionamiento del cerebro». Y es que, según la experta, de este modo se favorece el aprendizaje.

Anna Forés defiende la necesidad de aplicar a la educación los conocimientos existentes sobre el funcionamiento del cerebro, pues así se optimiza el aprendizaje. «Si sabemos cómo funciona el cerebro y se lo ponemos fácil, ganaremos», afirma. Forés hace hincapié en la atención, la motivación, el movimiento o el juego.

¿Qué es la neuroeducación?
Neuroeducación es coger todo lo que se sabe sobre cómo es nuestro cerebro, sobre cómo funciona, para aplicarlo a la educación. Gracias a los grandes avances de la tecnología, se puede estudiar el cerebro en vivo, ver en cada momento qué hacemos, cuál es nuestra actividad cerebral, cuáles son las funciones, la importancia de las conexiones. Hay que ver cómo todo eso lo podemos aplicar en el aula.

¿Y cómo se hace?
Ya sabemos muchas cosas que funcionan o que ya hacíamos pero que podíamos mejorar. Por ejemplo, la importancia de las emociones para la memoria, del sueño, de la alimentación. Dar importancia a aquellas asignaturas que a veces han pasado como menos relevantes, pero de las que ahora se ve su relevancia en el aprendizaje. También la importancia del movimiento. Son muchas ideas para explicar.

¿Qué asignaturas son ésas?
La música y la educación física, por ejemplo, que siempre son menos valoradas en el currículo. Pero realmente se ve que si tocas un instrumento o si haces movimiento, aprendes más y mejor.

El objetivo de la neuroeducación es optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje. ¿Cómo se logra?
Si sabemos cómo funciona el cerebro y se lo ponemos más fácil –porque a veces le hacemos hacer cosas antinatura–, ganaremos. Por ejemplo, una cosa sencillita: el cerebro adolescente tiene el ciclo de sueño más retrasado; si por ley los ponemos a estudiar antes, es como pedirles un sobreesfuerzo que no hace falta. Si esto lo sabemos, la ley podría estar también en línea.

¿Cuáles son los principios que hay tras la neuroeducación?
La atención, la motivación, el movimiento, las funciones ejecutivas y la gamificación serían como las claves.

¿Qué son las funciones ejecutivas?
Son las que nos ayudan a aprender mejor, como la planificación, la memoria de trabajo… Se trata de ver cómo trabajar todo esto para aprender mejor.

¿Y la gamificación?
Es todo el componente de juego, de la actitud lúdica. Cuando somos pequeños aprendemos jugando y después en las empresas volvemos a jugar, pero en Secundaria nos olvidamos de jugar. Entonces, si sabemos que a partir del proceso lúdico hay una serie de herramientas que favorecen el aprendizaje ¿por qué no las sabemos utilizar? Eso no significa que debemos estar siempre jugando, pero sí que hay elementos lúdicos que se pueden introducir dentro de las clases.

Se centra en herramientas y no en contenidos del currículo.
Claro. Lo que hacemos es aprender a aprender: saber cómo aprende el cerebro, qué le gusta para rendir más, y hacerlo para que eso sea posible.

El modelo educativo actual no va en esa línea.
Hay mucho por mejorar, pero ya hay muchas escuelas que se están moviendo y están haciendo cosas muy interesantes. Ahora estamos en un momento bonito; la historia es cómo hacer que no decaiga.

Siempre se comenta que todo depende al final de los docentes, de cada centro, que falta apoyo.
Claro, lo que haría falta es apoyo de recursos y de conciencia. Pero cada vez son más los que se suman y hay experiencias con más interés.

Y se suman porque está claro que no se puede aprender como se hacía hace décadas…
Claro, porque nuestros chicos también son diferentes, porque el futuro también es diferente, porque el contexto ha cambiado y porque la escuela como era hace cien años entonces tenía su qué, pero ahora la situación ha cambiado.

¿Hacia dónde hay que orientarse para dar respuesta a esto?
Se trata de aportar todo esto que acabamos de ver, de intentar que sean el máximo de flexibles para poder crear futuro, porque si el futuro es incierto necesitaremos personas que sean muy flexibles, muy creativas, muy imaginativas para poder crearlo.

Y se pueden potenciar la creatividad y la flexibilidad en la escuela.
Claro. Pero estando sentado seis horas en la misma silla no.

¿Han visto el resultado de aplicar este tipo de método?
De neuroeducación escribimos el primer libro hace diez años y nadie hablaba de este tema. Tampoco hay aún estudios reales para saber que esto será así. Pero sí sabemos cómo aprende el cerebro y por tanto ya tienes una evidencia científica para apostar por una cosa; no es una moda ni una tendencia, sino que está basado en una evidencia.

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